Arian pinta caras, dibuja rostros, traza facciones, estampa miradas, difumina gestos, caras, caras, caras... Cuando multiplica su reflejo se corona de aureolas y se hace acompañar de ángeles, uno a la izquierda sobre su hombro, otro a la derecha sobre el otro hombro. Hay un libro negro en sus manos con páginas blancas donde proliferan vírgenes, querubines, cruces, maestras, frutas...un macromundo de proyecciones divinas. El joven aplica velos de penumbras frescas y verdes como la sinceridad de sus creaciones. Se condecoró General en 2 días en una batalla de crayola de pastel y un campo de canvas que si Campeche lo viera entendería su voluntad sacrificada, persignada, resignada. "Sí, si, sssssí..." dice Arian porque él sí entiende de estas cosas de pintar y dibujar y sentirse querido, de agradecer con abrazos el sentirse aceptado entre los otros "normales" aprendices de artista, algunos que lo miran con ternura y algunos otros extrañados con cerebros mas grandes que el de un "microcefálico" llamado Arian.
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