Hoy desperté y ya lo había olvidado, que el mundo se acaba y sigo esperando y no se acaba ná. Las lluvias que no cesan parecerian el preámbulo al susodicho evento pues daba la impresión que se acercaba el segundo diluvio universal, como aquel en el que Noé tuvo que escoger una parejita de cada especie y no fué para bailar tango. Mi padre me pidió que lo llevara a Plaza las Américas a comprarse una bonita chemise blanca y entonces ahí por poco me convenzo del suceso mas esperado y menos deseado por muchos. El mall estaba inundado...si! pero de ansiosos consumidores tratando de comprar el último maví que se tomarían en sus vidas en una mini agroferia del departamento de recursos naturales, los pocos que nos quedan, antes que el mundo se sacudiera jarrrrrto de nuestras miserias y nos dijera "so long, sayonara".
Hoy desperté, abrí los ojos, pensé en todas las tareas que tengo para hacer hasta que me asaltó el pensamiento, el de la cruda realidad que el mundo sigue siendo el mismo, quien sabe si peor pues todavía no escucho o leo las noticias del día de hoy, donde ya me darán el recuento local de las víctimas de la noche anterior por violencia doméstica y muertes a manos de algún gatillero o un tipo loco que la emprendió en contra de sus familiares en plena fiesta repartiendo candela. Pensé en un dedo de nuestra especie con toda su capacidad de halar un gatillo o presionar un botón que lee "eject" o "implode". Pensé en tantas posibilidades que tiene nuestra especie para terminar con el mundo y esa misma "humanidad" esperando a que el mundo pusiera su propio fin, así no más, de la nada, viendo todo temblar y derrumbarse , todo al unísono en un magistral "Concierto de Fin de Mundo".
Hoy desperté y pienso...el mundo no se acaba ná, porque mientras mas jodido mas perfecta es nuestra propia suerte de entender que somos nuestros propios verdugos y que las posibilidades de nuestra propia "humanidad" nos regalan la sorpresa cada día de variadas formas de autoaniquilación, mientras la tierra con toda esta carga tiembla de sollozos y no espera nada mejor y aún así nos devuelve la grandeza de la esperanza que a veces detecto en un arco de colores parecido al que el tal Noé recibió como promesa de "nuca jamás" despues de un tal diluvio universal.
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