Fotos por Yolanda Velázquez. 2014
Un viacrucis de paradas me lleva a buscar el origen del Rio Gande de Loiza. Voy subiendo una serpiente de cuestas, rio arriba y sobre ruedas. Voy al encuentro del origen cruzando una gran herida. Llego al punto de encuentro donde un puente amarillo me espera para mostrarme el flujo de la vida, la fuente primigenia de mi espiral. Me bajo de mis ruedas y me acerco a una mujer que está de espaldas con una postura jorobada mientras barría. Le doy los buenos días y me propongo preguntarle si ese puente y ese río eran el lecho de mi destino. La mujer se voltea, me mira fijamente con un ojo voluptuoso que casi salta de su párpado y con el otro ojo a media asta mientras me dirige la palabra. La mujer me dice que he llegado , que ese es el comienzo del espiral que tanto buscaba y que tuviera cuidado por que allí, donde comenzaba todo, también podía terminar, que mucha gente se había extraviado por esos caminos en busca del orígen profundo de un llanto grande que se pierde en el mar.
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