Thursday, December 10, 2009

LA MUESTRA: con un botón basta


Anoche me personé hasta la Muestra nacional de arte puertorriqueño y es que por un pelo casi no voy; la experiencia anterior a llegar al Antiguo arsenal de la marina española fué de tanta paz y armonía que el bombazo de despedida en mi actividad escolar parece que me retornó un poco a un cierto estado de beligerancia. Decidí ir para apoyar la iniciativa de Elizam Escobar junto a otros artistas de celebrar un luto en medio de esa importante actividad cultural. Las mejores expresiónes de luto a mi entender fuéron las de Marnie Perez y la de Dhara Rivera. Ambas expresiones contenían dentro del corazón mismo de la obra un mensaje que a gritos hablaba de la muerte.

La documentación en video y fotografica de Dhara, de su proyecto llamado Homenaje al Pterocarpus, es una reflexión acerca de la naturaleza que agoniza y su vulnerabilidad flotando en el agua como débiles burbujas de cristal que encierran el recuerdo de algo, que si no cuidamos bien, sangra cada vez que lo azotamos con la insesibilidad humana. Las burbujas de cristal, conectadas unas con otras mientras flotaban en un lago artificial en medio de un campo de golf en Dorado, contenían micromundos artificiales reproducidos una y otra vez como clones que me recordaban que somos una parte del todo y que el pterocarpus, así como la tierra, sangra cada vez que le damos la espalda y nos lanzamos a una guerra sin cuartel en contra de ella. La conciencia ecológica que envuelve la obra de Dhara es mi norte en esa pieza porque la cultura de la tierra también agoniza y es un reflejo del diapasón que mide nuestra sensibilidad al resto de culturas por rescatar. Gracias Dhara por ese regalo de conciencia tan hermoso.

La segunda obra que a mi entender logró transmitir la manifestación del luto, la de Marnie Perez, es un dibujo en gran formato y de color negro que me haló como un imán hacia él sin saber que era de esa artista y que encontré fascinantemente misterioso por lo opaco de su color y los descubrimientos que yo hiba haciendo según me acercaba poco a poco a él. El reflejo de líneas de lápiz de grafito hiba apareciendo y desapareciendo como un "mirage" en la noche entre destellos de ínfimos puntos blancos reunidos como corazón vital en un área restringida del papel resplandeciendo en este mapa nocturno. La delicadeza de seda con la que Marnie utilizó el lápiz y la pintura blanca trascienden la maestría del dibujo y tocan la fibra poética de los materiales que utilizó y que sutilmente me susurraban al oído la dualidad día y noche; el día era de artificio y la noche una inminente verdad en un gran rectángulo mapa que me adentraba a la espera de un cambio, el de la llegada de la luz como una epifanía colectiva.

Estoy felíz de haber podido llegar hasta el arsenal llevada por los pelos de mi propia curiosidad y haber descubierto tantos mensajes y gentes por el camino. Probablemente me pude haber quedado sentada toda la noche frente a la primera obra que me invitó a mirarla y que nunca supe ni me interesó investigar de quien era. Simplemente esta obra me invitó a sentarme frente a ella y jugar sin pensar mucho en cuestionamientos de índole político o cultural. Era una mesa caja con dos sillas contenieno cuerpos y extremidades de peluches hechos de alguna tela de tejido tupido parecido al crochet. Las piezas de torsos, y extremidades se podían ir conectando por medio de pequeños botones transparentes machihembrados. Instintivamente comenzé a agarrar manos, piernas y brazos y torsos; mi primer pensamiento dirigido fué el crear a un siamés, una pareja, dos unidos. Luego comenzé a buscar todas las piernas y manos posibles para conectarlas en esos cuerpos, sobre todo manos. Uno de los primeros bracitos que conecté salía del obligo de uno de los torsoso y me provocó más de una sonrisa, de ahí en adelante fuí ansiosamente buscando por donde mas reconectar todos los brazos y piernas que hiba encontrando en aquella pila de extremidades pálidas. En eso Néstor Otero se acercó a mí y salté de un susto en medio de mi juego donde yo hacía las veces de cierto tipo de Madame Frankenstein. Nestor y yo nos abrazamos y reimos y mas adelante su compañera Anex Burgos y yo nos abrazábamos contentas de rencontrarnos después de un largo tiempo de no vernos y por ahí continuaron germinando los encuentros.

La noche continuó su curso y su viaje desconocido donde caminé veredas sanjuaneras acompañada por Elizam y su amigo. En La cubanita conocí a jóvenes artistas que andabann buscando dirección, a veces en los lugares menos indicados para pedirlas y me ví allí en mi jueventud moza, en su hambre de querer aprender sobre los misterios del arte, en la crudeza de sus conocimientos y en la belleza de sus años ingenuos. Me rencontré con la chica del aeropuerto de NY que me reconoció aún cuando sólo me había visto brevemente en la fila de esperar a llegar al detector de metales. Yo, ahora con menos pelo, y ella con la historia de un hermanito artista que yo sin saberlo conocía muy bien y que anda por el mundo buscando el destino del artista. Luego fué Pal Cielo y luego el liquor store de Punta las Marías con el arte que me perseguía y sobre todo el arte de la persuasión. De allí salí cantando bajito y Elizam y su amigo me dejaron frente a mi casa y del carro sali corriendo...porque para muestra y para mí, con un botón basta.

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