
Por estos días mi padre me visitó y vino cargado de cositas para mí además de todo su cariño. Trajo la maquinita del pesacaíto, sí! la que venden por infomercial en la tele que te menea el cuerpo mientras estás acostado como si fueras un mismo pesca'o para ponerte las vértebras de nuevo en su lugar. Sacó de una bolsita de compra un browny de óreo y una foto enmarcada. Me entregó la foto en mis manos, era una foto de una postal alemana de los años de la segunda guerra mundial que perteneció a mi abuelo. Me dijo que la había encontrado entre un sinúmero de postales que probablemente había adquirido el abuelo durante la guerra. Mi padre vive obsesionado y admirado por lo fascinante de la guerra lo cual nunca he logrado comprender del todo y que en mas de una ocasión ha generado discusiones acaloradas entre ambos. Me entregó el marquito en mis manos y lo observé detenidamente. La foto es de la fachada de un edificio de diseño medieval que se encuentra al fondo de la imágen y de primer plano unos portones de hermoso diseño entre unos árboles sin hojas. Inmediatamente le dije que era un símbolo de designio porque el próximo año iré para Alemania con unas amigas. Inmediatamente y emocionada tomé la foto y la colgué de un biombo japonés que está junto a mi escritorio. Luego de entregarme la foto se sentó en la sala esperando a que yo terminara de trabajar para mostrarme algo que había escrito. Mi padre me entregó el papel en mis manos y lo leí de prisa; era un poema. Le dije que en una de sus llamadas telefónicas ya él me lo había leído. Tomé el poema en mis manos y cuando hice un gesto de devolvérselo me dijo que era para mí, que me lo quedara. Esa tarde almorzamos juntos, hablamos del trabajo, de la vida y otras cosa. Salimos del café y cada cual prosiguió por distinto camino. Esta mañana nuevamente leí su poema y comenzé a darme cuenta de su fascinación por la guerra. La guerra de mi padre es con la vida, porque la vida le mostró infitas veces que no nacimos para formarla ni deformarla; la vida nos forma y nos deforma a su antojo y eso se llama transformación. Hoy día creo que mi padre, poco a poco, lo va entendiendo; poco a poco y sin temor. Mi padre también ha sido mi escuela militar durante 40 años de no querer obedecer a la vida cuando me grita y me habla y me dice “!aaaaAAAATENCIÓN NIÑA! ¡USTÉD! ES UNA REBELDE SIN CAUSA!”.
Sin temor\por L.M.V.
No le temo a la traición
ni a tu venganza pues
mi vida siempre fué llena
de amor y de alabanza
Y mi vida nunca fué vida
fácil y de bonanza.
Pero algo yo te diré
nunca me descuidaré
de mis finanzas
das un 2% yo te lo devolveré
aunque a otro se lo des
no me hace falta.
Algún día tu sabrás
que perdiste mas que yo
no habrá regreso
sólo distancia.
Ya vemos a quién sale tan apasionada la niña... Gracias por compartir esta parte del curio...
ReplyDeleteWow! me tocó tocó el trucutú! estoy loca por verte.
ReplyDelete